Columna del Consejo de Ética y Autorregulación de la AMDD, por Carolina Cabrera, vicepresidenta del Consejo y abogada experta en datos y estrategia tecnológica.
Hoy las empresas se enfrentan a un mundo regulatorio muy exigente, lo que genera un sentido de urgencia para adaptarse a cada uno de estos cambios regulatorios. El Consejo de Ética y Autorregulación de la AMDD tiene como propósito claro participar en los procesos de cambio y ajuste a estos nuevos escenarios.
El cumplimiento de la nueva Ley de Datos Personales es un gran desafío para cada una de las empresas. Es un proceso que requiere de acompañamiento profesional y técnico. Este implica, por un lado, ajustarse a las necesidades de cada organización y, por otro, que cada una genere un cambio cultural y ético que es la base de esta transformación.
Como Consejo queremos acompañar a nuestros socios en el desafío de dar cumplimiento a lo que dispone la nueva Ley y ayudarlos a comprender cómo comenzar con este cambio y cómo cumplir con sus exigencias y con un tratamiento ético de los datos personales.
Con este fin hemos trabajado durante este año en generar espacios y herramientas concretas que se encuentran al alcance de cada uno de ellos. Lo anterior se tradujo en jornadas durante las cuales los miembros del Consejo abordamos los temas más relevantes de la Ley de Datos, generando un espacio de conocimiento y discusión.
También, preparamos cursos online para que nuestros socios accedan a ellos y puedan gestionar su cambio con el apoyo del material preparado para ello.
Creemos que es muy importante la autorregulación, es decir, la capacidad de cada organización para establecer sus políticas, códigos de conducta y sus propios procedimientos. La autorregulación es beneficiosa en varios aspectos.
En primer lugar, genera un sentido de pertenencia mayor a la empresa, ya que los cambios que propone no sólo tienen por objeto cumplir con la regulación, sino también con los valores éticos que esta fomenta al interior y al exterior de la organización.
En segundo lugar, permite que la empresa tenga una mayor capacidad de reaccionar frente a cambios, tanto internos como externos, mayor flexibilidad, especialmente en un mundo donde el cambio es permanente.
Por último, permite que, por una parte, las organizaciones cumplan con la regulación vigente y, por otra, tengan conciencia que lo anterior no es suficiente, ya que también es fundamental crear una conducta ética y un cambio cultural.
Esto sitúa a la organización en un nivel más alto que su competencia. La ética en el tratamiento de datos es fundamental para generar confianza en los usuarios finales.