Columna de opinión de Ariel Jeria, gerente general de Rompecabeza Digital, empresa socia de la AMDD.
Fue hace apenas un mes cuando Mark Zuckerberg anunciaba que no tomaría medidas ante los mensajes publicados en Facebook por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mensajes que incitaban a la violencia frente a la ola de protestas antirracistas tras la muerte de George Floyd a manos de la policía norteamericana.
La polémica, que lleva una compleja relación con Twitter, terminó siendo una pesadilla para el fundador de la red social más grande del mundo, quien hoy está en las cuerdas.
“Stop Hate for Profit” es el nombre de la campaña que encabezan casi mil empresas con un propósito particular: pausar o retirar -por un tiempo- la publicidad en redes sociales, especialmente en Facebook, como respuesta a la supuesta falta de compromiso de la compañía frente al control de la información tóxica y al discurso que incita o promueve el odio.
Marcas como Coca-Cola Company, Unilever, Adidas, Ford y Starbucks se han sumado a la iniciativa, y el mensaje es claro: “Cientos de empresas solidarizan con nuestros valores estadounidenses de libertad, igualdad y justicia, y no anunciarán en Facebook durante julio. Únanse a nosotros y luchemos por un cambio positivo”, señala el encabezado del sitio web.
Un verdadero boicot publicitario que atenta contra los anuncios pagados y golpea al gigante de las redes sociales en Facebook Ads. Se estima que en sólo 5 días, la compañía perdió casi US$10 mil millones y sus acciones sufrieron una caída superior al 8%, algo así como US$56 mil millones del valor de la empresa.
Y esto recién empieza. La campaña lanzada en junio pasado por Free Press, Common Sense y las organizaciones de derechos civiles “Color of Change” y la Liga Antidifamación, augura que la duración de este movimiento se extienda por mínimo un mes, aunque algunas compañías ya han decidido extenderla hasta final de año.
Es el caso de Unilever, que canceló todo tipo de publicidad en redes a causa de un “período electoral polarizado”. Ante el llamado, marcas como Verizon, Patagonia, Eddie Bauer, Vans y North Face declararon el receso de campañas publicitarias y anuncios en redes sociales para apoyar al movimiento.
Como una medida inicial, Zukerberg intentó hacer las paces. Modificó las políticas en sus plataformas, señalando que se prohibirán los anuncios que usen chivos expiatorios, inmigrantes, grupos raciales, orientación sexual y género, para ampliar la ofensiva contra el discurso de odio en Facebook e Instagram.
Pero al parecer, la paciencia le duró poco. “Volverán pronto” anticipó el CEO de Facebook, según publicó el medio The Information. Fue un mensaje desafiante para las 500 marcas que dejaron de anunciar en Facebook por estar en desacuerdo con su política de “libre de expresión” y “derecho a los ciudadanos a informarse”.
Durante una reunión por videollamada, Zuckerberg le habló a sus empleados y se mostró confiado en que el boicot se trata de un “problema de reputación”, no económico. «No vamos a cambiar nuestras políticas o enfoques sobre nada debido a una amenaza para un pequeño porcentaje de nuestros ingresos, o para cualquier porcentaje de nuestros ingresos”, sentenció el fundador de Facebook. Después de todo, ¿qué son US$9.600 millones perdidos en una semana para el tercer hombre más rico del mundo?
El conflicto comenzó a finales de mayo pasado, cuando Twitter advirtió una serie de mensajes de Trump que contenían mentiras o promovían la violencia en su plataforma.
El primero, debido al tuit del Presidente donde señalaba que el voto por correo en California (en plena carrera presidencial por la Casa Blanca) era “sustancialmente fraudulento” si es que se hacía virtualmente debido a la pandemia por coronavirus que atenta contra las elecciones del próximo 3 de noviembre.
Twitter tomó las medidas del caso: añadió debajo del tuit un enlace que sentenciaba “Estos son los hechos sobre el voto por correo”, corrigiendo la afirmación del mandatario.
Pero la red social no se detuvo ahí. Dos días después ocultó un tuit de Trump por “glorificación de la violencia”. Había pasado menos de una semana desde la muerte de George Floyd en la ciudad de Minneapolis y el tuit encabezaba el trendig topic de la jornada: “cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”.
Todo lo anterior significa desafíos importantes tanto para la industria como para los consumidores en el corto plazo: por un lado, las empresas tendrán que poner más atención a su comunicación comercial no sólo para no herir sentimientos de grupos específicos o tradicionalmente postergados, sino que para operar dentro de los estándares de una cada vez más fuerte “moral comercial”.
Por otra parte, los usuarios cada vez más irán adoptando este tipo de consideraciones a la hora de ejercer sus decisiones de compra, dentro de un marco de relación distinta, con clientes que ya no se sienten unidos a las marcas como antaño, sino más bien a lo que éstas les plantean a nivel intuitivo y sentimental.