Columna de opinión de Danisa Lonza, gerente personas y cultura en Moov Media Group, empresa asociada de la AMDD.
En la actualidad, la diversidad, la equidad y la inclusión son aspectos cada vez más valorados en el
mundo empresarial. Crear un ambiente laboral que fomenta y respeta las diferencias de cada uno de sus colaboradores es fundamental para el éxito y la sostenibilidad de las empresas.
Hoy es posible observar equipos conformados por personas de diferentes nacionalidades, géneros,
gustos, religiones y orientaciones sexuales, lo cual, si bien puede ser un gran desafío, aporta diversos beneficios como una mayor creatividad, adaptabilidad, igualdad de oportunidades, retención de empleados y compromiso.
Las empresas que promueven una cultura de diversidad, equidad e inclusión son más propensas a ser exitosas y sostenibles en el entorno empresarial actual, además de atraer y retener a cualificados talentos.
Además, para las organizaciones, es la posibilidad de dar a conocer sus propios valores e ideales, como, por ejemplo, la equidad de género, que favorablemente es cada vez más considerada a la hora de formar equipos de trabajo, o la inclusión de personas en situación de discapacidad, que ha estado siendo potenciada a través de procesos de selección inclusivos que algunas organizaciones han implementado.
¿Cómo partir? Se debe iniciar desde el proceso de selección, preocupándose por cómo se publican las ofertas, el lenguaje utilizado y las funciones y responsabilidades que deberá realizar la persona, velando por una cultura inclusiva en todo momento.
Una vez seleccionada la persona, es necesario analizar los puestos de trabajo para evaluar, según su diagnóstico, qué adecuación o ajuste necesita para que pueda dar lo mejor de sí. A pesar de lo anterior, es importante continuar fomentándolo, a través del aprendizaje colaborativo, que se puede realizar mediante distintas herramientas, como pueden ser las capacitaciones internas o los canales digitales para compartir información entre colaboradores.
Para las empresas, hacerse cargo de estos temas puede ser muy enriquecedor, posibilitando
aprender a trabajar desde las diferencias, reconociéndose y aceptándolas como un sello propio de
cada colaborador.
Se trata de un camino de aprendizaje constante y mutuo, que sin duda contribuirá a la visión y misión de la empresa. Una cultura inclusiva y diversa permite que las personas de la organización vivan sus diferencias y generen un entorno en el que todos se sientan parte del equipo, lo cual contribuye en el éxito de las organizaciones, especialmente en entornos que cambian rápidamente.