Roberto Mancilla, director digital en Hearts & Science.
Durante la última década, el mantra del marketing fue content is king. Pero seamos honestos: la vasta mayoría del contenido producido era solo ruido digital.
Hoy la relevancia es importante y la conversión lo es aún más. La IA generativa no es sólo una herramienta para escribir; es el motor que, por primera vez, nos permite pasar de la intención de ser relevantes a la ejecución medible de esa promesa.
Hemos cruzado la línea. Ya no basta con tener buenos datos y un equipo de contenido talentoso. En un mercado donde la atención es el recurso más escaso, la velocidad con la que transformamos un insight en un mensaje relevante y medible es el diferenciador competitivo.
La IA generativa no es una herramienta más; es el turbo que permite a las empresas pasar de la deliberación a la conversión a escala. Sin embargo, el factor humano sigue siendo el curador. Los líderes deben enfocarse en entrenar y refinar la IA con los valores éticos, la voz de marca innegociable y el juicio estratégico. El valor de la máquina es la velocidad; el valor del humano es la sabiduría.
El ciclo de contenido tradicional padece de un mal crónico: la latencia. Un insight valioso (ej. «Nuestros clientes están confundidos con el término ‘X’ en la descripción del producto») podría tardar días o semanas en traducirse en un nuevo copy web, un ad corregido y una prueba A/B en todos los canales. En ese tiempo, la oportunidad de conversión se evapora.
La adopción de la IA Generativa ya no es una opción de “si”, sino de “cuándo”. Las empresas que la implementen estratégicamente ahora, integrándola en sus stacks de analítica y marketing, construirán una brecha de rendimiento insalvable frente a su competencia.
