Laura Flores, gerente general iProspect de Dentsu Chile.
Me parece profundamente emocionante el momento que estamos viviendo como humanidad. La irrupción de la inteligencia artificial generativa no sólo está transformando industrias, sino que está remodelando nuestras conversaciones, nuestros trabajos y la manera en que interactuamos como sociedad.
Vivimos un momento inédito: por primera vez en la historia, una tecnología de este tipo se vuelve accesible de forma casi simultánea a nivel global. Y lo más impresionante es que todos, no solo expertos o desarrolladores, estamos interactuando con ella, utilizándola, transformando lo que hacemos y cómo lo hacemos.
Hoy la IA generativa nos permite acelerar procesos, generar contenidos, optimizar campañas, descubrir patrones en los datos. En iProspect ya es parte de nuestro día a día. Pero incluso cuando los procesos cambian radicalmente, hay algo que permanece: la necesidad de entender profundamente a las personas, de medir lo que hacemos, cuestionar supuestos, testear antes de escalar y mantenernos obsesionados por generar valor real y sostenible.
Según el Global CMO Navigator 2024 de Dentsu, el 59% de las empresas globales espera que la mitad o más de sus ingresos futuros provenga de productos o servicios que hoy no existen. Y ahí es donde la IA encuentra su límite más evidente: puede optimizar lo conocido, pero ¿puede imaginar lo que no existe todavía? ¿Será capaz de crear el nuevo mix de productos que permita a estas empresas lograr gran parte de su venta anual en el futuro?
La creatividad disruptiva, la empatía, el juicio ético, la visión de propósito, incluso el humor sin sentido, la ironía siguen siendo profundamente humanas. Como decía Humberto Maturana, conocer es un acto de amor. Y el amor, hasta ahora, no se programa.
La IA es poderosa, sí. Pero no es el fin, es una herramienta, un catalizador. Su verdadero valor surge cuando la usamos con propósito, estrategia y humanidad. Ser humanos y actuar desde ahí será siempre nuestra ventaja más poderosa.





