Columna de opinión de Ariel Jeria, gerente general de Rompecabeza, empresa asociada a la AMDD.
Durante el último año, la pandemia ha desafiado constantemente nuestros espacios de socialización y la forma en que nos comunicamos. Las reuniones de trabajo y las juntas con amigos en formato online se volvieron la nueva realidad y nos obligaron a buscar maneras de conectar de la forma más instantánea, natural y cercana posible; dando paso a que diversas plataformas utilizadas por ciertas comunidades del mundo online mostraran sus mejores atributos.
Así fue como Discord, plataforma lanzada en 2015 con el propósito de facilitar la comunicación entre gamers, demostró que estaba adelantada a los tiempos pandémicos, con su capacidad de generar comunidades en sus servidores, entregando una experiencia muy similar a la realidad.
Su facilidad de uso y la oportunidad de definir las reglas de cada servidor para obtener mayor acercamiento a personas de gustos similares, llevaron a Discord a desempeñar un rol protagónico en juntas con familiares, amigos, entrenamientos a distancia, reuniones de trabajo e incluso noches de series y películas con la herramienta Go Live, diseñada en un principio para la transmisión de videojuegos.
Es una herramienta útil para interactuar de forma rápida con diferentes personas dada su estructura de «salas», y además permite al usuario cambiar de una a otra, sin necesidad de agendar. Si bien esto facilita su uso, también quita un poco de organización y planificación, pues un usuario puede estar desarrollando una actividad puntual en una sala y si otro se conecta con un propósito diferente, es fácil distraerse de la tarea original.
La interfaz del programa está pensada para ser informal, hasta casi para niños. Por ejemplo, existen otras herramientas para una reunión formal para temas laborales (Teams, Zoom, Meet, etc), pero Discord es una buena alternativa para favorecer un ambiente cercano dentro de un grupo de trabajo.
Según datos de Forbes, Discord además de obtener 300 millones de usuarios nuevos en seis meses durante el 2020, ha logrado transformarse en un centro social para compartir sin tener que pagar o ver anuncios, dando la oportunidad a los usuarios de diversificarse y organizarse según sus intereses para compartir tendencias o reflexiones y conectarse con otros tal como lo harías al asistir a un evento de forma presencial.
Hace seis años probablemente nadie habría imaginado lo difícil que sería quedarse en casa y perder el contacto físico. Y quizás nadie se hubiera imaginado asistiendo a una clase de yoga por Discord, o uniéndose a un servidor online con más de 500 mil personas para hablar sobre stand up comedy o el último estreno musical en Youtube.
Sin embargo, está en nuestras manos darle valor a las nuevas plataformas para hacer de ellas verdaderos puntos de encuentro y canales de comunicación certeros, abriendo una ventana al trabajo colaborativo desde la innovación digital.